jueves, 28 de octubre de 2010

Casas-cuna y asilos

La expansión e industrialización de la educación infantil en Cataluña es un proceso ligado a la industralizacion  y su impacto sobre la sociedad catalana.
La familia rural o artesanal deja de ser el grupo que dinamiza y organiza la actividad productiva. Las nuevas formas de producción se encuentran ciertamente muy alejadas de esta estructura.
 A esto se añade la crisis de los valores tradicionales y religiosos sobre los que se fomenta la vida rural, frente a la creciente urbanización potenciada por la concentración de mano de obra y el desarraigo, consecuencia del flujo migratorio hacia la ciudad.
La creciente contratación de mano de obra femenina en las industrias textiles termina por llevar al traste la organización familiar, especialmente porque la educación y control de los infantes de las extensas familias campesinas se había confiado a la mujer.
Por este motivo la aparición de los primeros centros de educación infantil surge como respuesta a la ruptura de la cohesión familiar, la cual provocará una crisis de valores morales, vivida como una amenaza por los sectores conservadores.

Existen grandes dudas y contradicciones, especialmente en lo que a la educación de la mujer del movimiento feminista catalán durante el primer tercio del siglo XX; y los objetivos de educación moral de pedagogos y políticos cercanos a la Lliga Regionalista, los cuales intentan hacer prevalecer los valores de la Cataluña tradicional y rural, frente a la ruptura moral y e tradición impuesta por la industrialización y urbanización.
El nacionalismo conservador es el centro de este esfuerzo de hacer compatible la industrialización y la prevalecencia de los valores de a sociedad rural. Conjugando modernidad con tradiciones y convirtiendo la recuperación de la mujer obrera catalana como educadora natural de sus hijos además de conseguir instituciones  de “prolongación de la educación maternal” en objetivo político.

Con intención de “recoger” y proteger a los niños de las insanas influencias del ambiente callejero de los barrios obreros surgen las “casas cuna” para los bebés y los “asilos” para los párvulos. Esto aparece como atención concreta a la situación de hijos de proletarios sometidos a explotación laboral y por lo tanto a abandono y falta educacional de los menores. El horario que cubren las “casas cuna” equivale al de la jornada laboral (de 5 a 20 horas), previendo que las madres pueden visitar a sus hijos cuando quieran para amamantarlos; medida importante si  se tiene en cuenta que los niños eran amamantados hasta los 2 o 3 años.
La creación de estas dos instituciones forma parte de una serie de medidas higiénicas y progresistas promovida por el grupo de liberales progresistas barceloneses. 

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