martes, 2 de noviembre de 2010

La Vanguardia, 19 de mayo de 1929




Introducción

Como grupo, hemos decidido escoger la Exposición Internacional de Barcelona en 1929 porque nos parecía un acontecimiento de gran importancia, sobre el cual teníamos poca información, y del que queríamos saber más. Creemos que es un tema que se trata poco en las asignaturas de historia ya que no está directamente relacionado con la política, es más bien un evento cultural. Con este blog pretendemos profundizar más en la evolución de la sociedad de comunicación catalana.
 
Hemos dividido el trabajo en seis grandes apartados. Cinco personas se han dedicado a contextualizar históricamente el evento: Ginebra Bricollé ha analizado la política, Helena Curulla se ha centrado en la sociedad, Miguel Ángel Gallardo se ha encargado de los aspectos tecnológicos, Adrián Marcos ha contemplado los aspectos económicos y Eric Mendo ha abarcado la cultura de la época. Gemma Gómez ha analizado el mismo evento de la Exposición Internacional, la historia de La Vanguardia y La Génesis de la Sociedad de Comunicación de Masas. 

Con intención de analizar la Exposición Internacional de 1929 y lo que supuso para la ciudad de Barcelona, hemos analizado el contexto histórico de Cataluña entre finales de siglo XIX y principios del XX. Para ello hemos centrado nuestra atención en los siguientes aspectos:

- Política
- Sociedad
- Economía
- Cultura
Tecnología
Hemos escogido La Vanguardia porque es el periódico que ofrece más recursos de búsqueda. Además es el que tiene más tirada y sigue vigente en la actualidad como de los más leídos. Lo hemos dividido en cuatro apartados: 


Hemos dividido la sección sobre la Exposición Internacional teniendo en cuenta la historia de su creación, la importancia de sus edificios y el legado que ha dejado en la ciudad de Barcelona.

- Economía
- Edificios (Pabellones y Palacios)

lunes, 1 de noviembre de 2010

La Vanguardia: Época de avance y renovación (1905-1936)

El 25 de octubre de 1905, el periódico se trasladó a la calle Pelayo, renovó su imprenta y contrató a conocidos periodistas del “Diario de Barcelona” que dieron más prestigio al diario y junto a otros méritos, lo convirtieron en el diario de mayor difusión de Cataluña y el primero  español en enviar corresponsales a París y Berlín.

Miquel de los Sants Oliver fue nombrado director en 1916 y luchó por alcanzar una carácter liberal y catalán e incorporó en sus páginas, las colaboraciones de los mejores escritores de la Generación del 98, mantuvo su cargo hasta 1920, cuando entró en la dirección un antiguo corresponsal en París, Gaziel Agustí Calvet.
Gaziel Agustí Calvet
Bajo su dirección, se hicieron importantes avances que hicieron que el diario aún creciese más y contase en 1931 con una tirada de 200.000 ejemplares, se produjo una renovación total de los talleres y se instaló un gabinete telegráfico en contacto con las principales capitales extranjeras, con la ayuda de Ramón Godó Lallana, que moriría en 1931 y sería sucedido por su hijo Carlos, y las mejoras técnicas y estructurales que introdujeron como la ampliación de la red de corresponsales en el extranjero, La vanguardia se consolidó como primer diario español y uno de los principales de Europa.

La Vanguardia: Guerra Civil y dictadura franquista (1936-1978)

Cuando estalló la guerra civil, el 19 de julio de 1936, Gaziel, director en aquel momento de La Vanguardia, se fue al extranjero y la Generalitat se hizo con el poder del diario, para convertirla en su principal órgano de expresión y más tarde en el de la República, en esta época ilustres figuras como la de Antonio Machado participarán de forma activa.
Con la entrada de Franco en el poder, los Godó recuperaron el control financiero, pero no la línea editorial, que a causa de la censura, estaba establecida por el Gobierno. El diario pasa a llamarse “La vanguardia española” y se impondrá como director al anticatalanista Luis de Galinsoga que practicó soviet el periodismo de denuncia personal. Sin embargo, el diario mantuvo su hegemonía en Cataluña y en la sección Internacional, será de las pocas pro aliadas de la prensa española durante la II Guerra Mundial. El periódico continuará destinando un amplio espacio a la cultura. En 1960, las presiones ejercidas desde Cataluña, obligan a sustituir a Galinsoga por Manuel Aznar, que diluyó la crisis y volvió el crédito del diario popular.
Lo sucedió Javier Echegarai, que asumió el mando en 1963 hasta 1966 y más tarde, Horacio Sáenz Guerrero, que en aquella difícil etapa de cierta transición política consiguió formar un diario plural y democrático. A partir de ese momento, comenzaron a colaborar prestigiosas personalidades como Antoni Tapies o Fabián Estapé.
El diario apoyó el cambio democrático, la instauración de la monarquía y el restablecimiento de la Generalitat y el 16 de agosto de 1978, recuperó su nombre original “La Vanguardia”.

La Vanguardia: Expansión e innovación tecnológica (1978-2010)

En 1981 La Vanguardia hizo un profundo cambio tecnológico impulsado que comportó la incorporación de los videoterminales por Javier Godó y ya se abandonó la tipografía realizada en plomo
En octubre de 1989, ya bajo la dirección de Juan Tapia, La Vanguardia culminó su innovación tecnológica y entró en una etapa de gran creatividad y constante mejora con un nuevo diseño y con una nueva rotativa en offset color. 
En 1995 se crea la edición digital, renovada en 2006, que permite entre otros servicios, consultar la hemeroteca del diario desde sus inicios hasta la actualidad.
En abril del 2000, José Antich sucedió a Juan Tapia en la dirección del diario, hecho que coincidió con la expansión del Grupo Godó. Antich reestructuró la redacción, renovó y amplió la red de corresponsales, introdujo temas semanales de debate entre diversos especialistas y incluyó en la edición del domingo un suplemento de economía, una guía de clasificados y se remodeló la Revista del Domingo.
En el año 2002 empezó a publicarse cada miércoles un suplemento Cultural.










En abril del 2004, La Vanguardia cambió de sede, se trasladó al número 477 de la Diagonal y renovó totalmente su material. Parte de los servicios auxiliares se trasladaron al edificio del Poblenou y en la calle Pelai se inauguró un punto de atención a los subscriptores y lectores.


En el año 2006, con la celebración de su 125 aniversario, el ayuntamiento de Barcelona le concedió la medalla de oro de la ciudad.
Por los medios técnicos, la tirada, los ingresos publicitarios y la capacidad informativa, La Vanguardia es considerado uno de los diarios más influyentes del estado español, con más difusión en Cataluña y uno de los más antiguos de España.

La Vanguardia: Relación con el contexto político nacional y internacional

Cuando nos fijamos con el contexto político-ideológico del periódico La Vanguardia desde finales del siglo XIX hasta el primer tercio del siglo XX, podemos dividir entre la ideología política de los propietarios del periódico, la familia Godó y las ideologías de los directores ejecutivos del periódico. La Vanguardia apareció en un momento político-social donde el catalanismo pasó del plano sentimental y romántico a una realidad/alternativa política para reivindicar la cultura y hacer frente al turno de partidos.

La Vanguardia la fundaron Carles y Bartolomeu Godó dos empresarios que habían hecho dinero gracias al textil en Igualada. El periódico fue la respuesta al Diario de Barcelona. Empezó siendo un periódico, un órgano de expresión del partido Liberal ante la ideología conservadora que predicaba el Diario de Barcelona. Los hermanos Godó formaban parte de una familia bien estante y burguesa. El hijo de Carles Godó, Ramón Godó fue el sucesor. Ramón fue el encargado de convertir el periódico en el más leído. Implantó mejoras tecnológicas y desligó el periódico del partido liberal. Se convirtió en un periódico independiente, que no predicaba ninguna ideología abiertamente. Aun así, con los años de propiedad de Ramón Godó el periódico adoptó la ideología de su propietario. De esta manera se puede destacar su anti-catalanismo, su conservadurismo, su apoyo a las medidas proteccionistas y su carácter burgués. Relación con el Rey Alfonso XIII quien lo inviste y lo declara primer Conde de Godó. Con la muerte de Ramón Godó, lo sustituye su hijo Carles Godó como propietario de La Vanguardia. Carles Godó intentó mantener la ideología impuesta por su padre hasta que estalló la Guerra Civil.

La dirección del periódico sin embargo tenía una ideología bastante diferente a la de la familia Godó. En 1888 Modesto Sánchez Ortiz se hace cargo del periódico y empieza a dar prestigio al periódico con columnas de famosos escritores del renacimiento espiritual catalán. Además desvincula La Vanguardia de los vínculos con el Partido Liberal y se declara independiente de cualquier idea política. Más tarde Ramón Godó, el propietario, creó un triunvirato para dividir el poder del director. De esta manera conseguía que nunca dominara la ideología del director único. Formalmente, los tres presidentes fueron: Miquel dels Sants Oliver, Ezequiel Boixet y Alfred Opisso. A la práctica el director “único” era Miquel dels Sants Oliver. La ideología del director en funciones de La Vanguardia chocó enseguida con la de Ramón Godó. Los conflictos se acentuaron con el estallido de la Primera Guerra Mundial en Europa. Las creencias e ideologías de Miquel S. Oliver (aliadófilo y humanista) chocaban con la perspectiva germanófila de Godó. Un cuadrumvirato sustituyó a Oliver en la dirección del periódico. Los elegidos fueron: Manuel Rodriguez Codolà, Josep Escofet, Didac Priu y Gaziel. Éste último dirigió el periódico de 1919 a 1936. Gaziel era partidario del catalanismo político difundido en lengua castellana, planteamiento que chocaba con los novecentistas quienes se negaban a escribir en castellano y se quedaron en círculos muy cerrados.

Ramón Godó

Ramón Godó mantiene dos posturas/principios muy concretos en La Vanguardia que no se vulnerán hasta que es intervenido por la dictadura. Por un lado prohíbe hablar de toros en sus páginas. Esta medida fue una de las pocas que se mantuvo como consecuencia del auge del catalanismo en el periódico en 1888. La otra medida, mucho más polémica, era borrar el catalanismo político de la actualidad periodística. No se permitía publicar nada relacionado con La Lliga, Cambó, Prat de la Riba y la ideología que predicaban. Con esta medida chocaba con la intención de los directores del periódico que querían potenciar el catalanismo (aunque los escritos fueran en castellano).   

La Vanguardia fue y es un periódico de masas. Durante sus primeros años de vida era claramente destinado a una sociedad burguesa, conservadora, católica. Un periódico que se postulaba a favor de la industria, la banca, el comercio, el orden y la prosperidad privada y pública.

La Vanguardia se ha mantenido durante toda la historia y en ningún momento ha sido prohibida o secuestrada. Esto se debe a que ha sido lo suficientemente "inteligente" para ponerse del lado ganador. Aunque durante periodos autoritarios o con menos libertad, como durante la Dictadura de Primo de Rivera o la Dictadura de Franco, el periódico fue intervenido, como toda la prensa española, y pasó a ser un órgano más del gobierno, sin libertades y con manipulación de la información.

La Vanguardia: época de expansión económica

Un punto de inflexión en la economía del diario está en la Primera Guerra Mundial. El conflicto llevó al diario a enviar a corresponsales a Francia (París) y a Alemania. El corresponsal en Francia, Agustí Calvet "Gaziel", que debutó el 9 de diciembre de 1914, publicó 259 crónicas y reportajes mientras duraba el conflicto, que acabó el 11 de noviembre de 1918. Para La Vanguardia esto significó un salto adelante, porque algunos días llegaron a sobrepasar por primera vez los 100.000 ejemplares de tirada.
Eran días de expansión. De los casi 24.000 ejemplares de 1905 se había llegado en menos de una década a los 57.924, gracias al interés de los lectores en un diario que apostaba por la información de calidad en un conflicto tan grave como una guerra mundial. En el 1917 las ventas serían de casi 75.000 ejemplares. Al año siguiente las ventas bajaron  a unos 65.000 por la crisis del país, pero en 1919 se volvieron a recuperar.