jueves, 28 de octubre de 2010

Economía: evolución y crecimiento (1900-1930)

El marco económico catalán en el que podemos situar la gestación de la Exposición Internacional de 1929 se sitúa dentro de la llamada segunda revolución industrial. La situación económica que se desarrolló a partir de la última década del siglo XIX fue transformando la sociedad catalana hasta bien entrada la década de los años 30 del siglo XX.
La diversificación productiva fue uno de los elementos importantes en la expansión de la economía catalana, impulsada fuertemente por la producción hidroeléctrica i el abaratamiento de costes energéticos ya desde finales del siglo XIX. Esta diversificación llevó a la creación de pequeñas empresas bastante rentables dedicadas a la fabricación de todo tipo de instrumentos, herramientas, maquinaria agrícola o automóviles entre otros. 

De esta manera ya en la década de los años 30 la industria catalana habría potenciado el mercado de la metalurgia, la química, el cuero, el papel y el libro, además del textil i el alimentario.
Mención aparte al sector de la construcción, que evidenció una subida notable debido a la demanda generada por la inmigración procedente del campo del resto de Cataluña, que se tuvo que situar en zonas construidas para el proletariado, como Baró de Viver. La Exposición Internacional del 1929 fue un factor decisivo, ya que atrajo a población procedente de zonas de España como Murcia o Alicante, que llegaron para trabajar en las obras de la exposición.


Otro elemento clave en el crecimiento de la economía catalana de principios del siglo XX fue el “boom” exportador generado por la neutralidad en el conflicto de la Primera Guerra Mundial. Esta situación produjo grandes cambios en el sector exterior. Las exportaciones eran principalmente de productos agrarios (vino, harina, maíz, aceite, naranjas) y ganaron importancia los minerales (mercurio, hierro, plomo). Las provisiones de los países en guerra escasearon, lo que facilitó e impulsó las exportaciones. Esto causó inflación en el mercado español y una vez acabada la guerra se desplomaron las ventas debido a la inmediata crisis de postguerra.


La estructura de las importaciones también cambió y se diversificó; el algodón y los alimentos dejaron paso a los productos manufacturados como la maquinaria, los productos químicos o el acero, procedentes de países más desarrollados.
Los intercambios comerciales con el extranjero estaban muy concentrados: el 60% de las importaciones procedían de 4 países (EEUU, Francia, Gran Bretaña y Argentina) y las exportaciones se hacían principalmente a Francia y Gran Bretaña.
Una vez acabada la guerra, los nuevos mercados exteriores se perdieron, y la peseta quedó sobrevalorada. La crisis de la postguerra fue larga, y la expansión económica de los años 20 no solucionó los problemas de exceso de capacidad productiva. La inversión pública durante la dictadura de Primo de Rivera impulsó el crecimiento, pero a la vez aumentó un déficit público de una manera insostenible.

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